La violencia desatada por enfrentamientos entre clanes de la droga ha sumido a un barrio de Plasencia en el caos y la desesperación. Lo que comenzó como un tiroteo entre bandas rivales terminó con la trágica muerte de una niña, víctima de una bala perdida, desatando una espiral de venganza que ha dejado a su paso familias desplazadas, viviendas calcinadas y una comunidad paralizada por el miedo.
La menor, cuya identidad no ha sido revelada por respeto a su familia, murió tras ser alcanzada por un disparo durante un enfrentamiento armado entre clanes dedicados al narcotráfico. El suceso ha sido el catalizador de una vendetta familiar que ha recrudecido la tensión en la zona, una barriada que, según denuncian vecinos, se encuentra completamente al margen del control institucional.
En los días posteriores al crimen, al menos tres viviendas han sido incendiadas de forma intencionada, provocando la huida de varias familias que temen por sus vidas. «Aquí no entra nadie, ni la Policía. Estamos solos», afirma un residente que prefiere mantener el anonimato.
La ausencia de presencia policial y la falta de intervención de las autoridades han convertido este rincón extremeño en un territorio sin ley, donde el ajuste de cuentas se impone a la justicia y el miedo reina en cada calle.
Mientras tanto, asociaciones vecinales y organismos locales claman por una respuesta urgente de las instituciones. “No podemos permitir que esto se normalice. La muerte de una niña no puede quedar impune”, señala una portavoz de una ONG que trabaja en la zona.
Por el momento, no se han producido detenciones, y el silencio impera tanto entre los vecinos como entre los responsables políticos.
