Este miércoles, la Asamblea Nacional francesa votará dos mociones de censura que podrían derribar al gobierno del primer ministro conservador Michel Barnier. La situación política es tensa, ya que el rechazo a los Presupuestos Generales de 2025 ha generado un clima de incertidumbre.
Las mociones han sido presentadas por dos bloques opuestos: el Nuevo Frente Popular, una coalición de izquierdas, y la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen. La fragmentación política es evidente, con tres grandes bloques: izquierda, centro macronista y ultraderecha, ninguno con mayoría absoluta.
Apoyo inesperado
Marine Le Pen ha anunciado que sus diputados apoyarán la moción de censura de la izquierda, lo que aumenta las probabilidades de que prospere. Esta decisión se basa en el desacuerdo con el presupuesto propuesto por Barnier, considerado peligroso para la economía francesa.
«Es un presupuesto de recesión», afirmó Jordan Bardella, presidente de la Agrupación Nacional, justificando su apoyo a la moción.
Consecuencias económicas
La principal organización patronal francesa, Medef, ha alertado sobre el riesgo de recesión si no se aprueba un presupuesto estatal para 2025. Charles Znaty, portavoz de Medef, expresó su preocupación por el clima económico actual, agravado por la incertidumbre política.
Francia enfrenta un déficit público elevado, con una deuda que alcanza el 112% del PIB. Sin un presupuesto que aborde este problema, los mercados financieros podrían reaccionar negativamente.
El papel de Macron
En caso de que la moción prospere, el presidente Emmanuel Macron deberá buscar una solución, ya que no puede convocar nuevas elecciones legislativas hasta 2025. Se especula con posibles candidatos para suceder a Barnier, como Sébastian Lecornu y François Bayrou.
Mientras tanto, Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, ha pedido la dimisión de Macron, acusándolo de ser responsable de la inestabilidad política actual.
Un futuro incierto
La votación de las mociones de censura podría marcar un punto de inflexión en la política francesa. Con un gobierno potencialmente derrocado y un presupuesto en el limbo, el país se enfrenta a desafíos significativos tanto políticos como económicos.
La situación en Francia es un recordatorio de cómo la política y la economía están intrínsecamente ligadas, y cómo las decisiones en un ámbito pueden tener repercusiones profundas en el otro.