Recientemente, se ha difundido la información de que la duración del día en la Tierra podría pasar a ser de 25 horas en un futuro próximo, citando como fuente a la NASA. Sin embargo, los expertos aclaran que este cambio, aunque cierto, se ubica en un marco temporal muy lejano, casi geológico, y no en el corto plazo.
La creencia de que los días de 24 horas están próximos a desaparecer ha circulado ampliamente, pero la realidad desde la perspectiva científica es más precisa. La rotación terrestre se desacelera debido a la interacción gravitacional con la Luna, un proceso natural que alarga la duración del día paulatinamente.
No obstante, esta desaceleración ocurre a un ritmo extremadamente lento. Los científicos coinciden en que, manteniendo las condiciones actuales, serían necesarios cientos de millones de años para que un día completo alcance 25 horas. Por tanto, no se trata de un cambio inminente ni de un fenómeno relacionado con el año 2026, como se ha sugerido en algunas noticias que han exagerado la información.
En consecuencia, aunque desde un punto de vista astronómico o geológico es cierto que en algún momento los días podrían durar 25 horas, no existe evidencia que indique que tal modificación se producirá en un futuro cercano o mediano. Ni la NASA ni ninguna otra institución han establecido una fecha específica para esta eventualidad.
La medida cotidiana del día —establecida en 24 horas, basada en relojes atómicos— depende de convenciones relacionadas con el calendario, el Tiempo Universal Coordinado (UTC) y ajustes periódicos como los segundos intercalares, y no refleja una rotación constante y perfecta del planeta.
Origen de la confusión
Las alteraciones en la velocidad de giro terrestre, que se miden en milisegundos anuales, están plenamente documentadas. Sin embargo, extrapolar estos cambios a un incremento visible de la duración del día en el corto plazo, como pasar a 25 horas “mañana”, implica ignorar la verdadera escala temporal de este fenómeno. Este malentendido es habitual al interpretar una tendencia a largo plazo como una noticia inmediata.
Además, titulares sensacionalistas y declaraciones poco precisas tienden a mezclar la posibilidad de un cambio en un futuro distante con una fecha concreta de inicio, generando alarma infundada y desinformación. La ausencia de una fecha oficial desvirtúa la veracidad científica de la información y la convierte en un rumor viral.
Conclusión: información científica versus alarmismo
El reconocimiento de que la rotación de la Tierra se ralentiza es un hecho aceptado; y es plausible que en un futuro remoto los días se prolonguen. Sin embargo, no hay indicios que sugieran que esta transformación ocurra en las próximas décadas, siglos o incluso milenios inmediatos.
Por el momento, no hay motivos para cambiar la rutina: los días continuarán con su duración habitual de 24 horas durante muchas generaciones.


