Hace unos meses, Tánger y todo Marruecos quedaron sorprendidos cuando la ciudad recibió la puntuación más baja entre las sedes nominadas para albergar el Mundial de 2030, que organizarán conjuntamente Marruecos, España y Portugal.
La valoración fue más que justificada. Tánger es una ciudad sumida en un caos interminable, donde la corrupción se mueve al ritmo de la icónica canción de Ahmed Adawiya “Un poco arriba, un poco abajo”. El tráfico es un desastre tanto en verano como en invierno, y el estado de sus calles y carreteras refleja un abandono absoluto. Afortunadamente para la candidatura, el comité de inspección no visitó la ciudad después de las recientes lluvias, lo que habría mostrado una realidad aún más alarmante.

Sin embargo, Tánger tuvo una suerte aún mayor: el comité de la FIFA no visitó el mercado de Sidi Ahsain. De haberlo hecho, no solo habría recibido la peor puntuación, sino que la ciudad habría sido completamente descartada como sede mundialista.
Un mercado que retrata el abandono total
Lo que se observa en las imágenes del mercado de Sidi Ahsain es impactante, pero al mismo tiempo predecible en una ciudad gobernada por el Partido de la Autenticidad y la Modernidad (PAM). Este partido, que asumió el control de Tánger, entregó su gestión a una administración caótica encabezada por el alcalde Mounir Limouri, cuyo legado está marcado por el desorden y la incompetencia.
El mercado de Sidi Ahsain es un viaje a la Edad Media, una mancha no solo en la imagen de Tánger, sino en la reputación de Marruecos en su conjunto. La sección destinada a la venta de carne es un espectáculo dantesco: sangre y cadáveres de ganado expuestos, suciedad, basura, carne sin refrigeración, plagas de insectos y aguas residuales mezclándose con la sangre de los animales sacrificados. El hedor nauseabundo se extiende hasta las zonas residenciales cercanas, convirtiéndose en un foco potencial de enfermedades infecciosas.

Mientras se promociona el paseo marítimo de Tánger con imágenes de drones que muestran una ciudad idílica, la realidad en el mercado de Sidi Ahsain es una prueba irrefutable de un sistema fallido. La ciudad está sumida en el caos y la corrupción, mientras sus autoridades mantienen un silencio sospechoso, una actitud que bien podría calificarse de “conspiración del silencio”.
Del orgullo a la vergüenza
Curiosamente, hace apenas dos años, el propio Partido de la Autenticidad y la Modernidad celebraba con orgullo la inauguración del mercado de Sidi Ahsain. En 2023, la página oficial del partido publicaba entusiastas comunicados destacando la visita del alcalde Mounir Limouri y su primer adjunto, Mohamed Ghilan Al-Ghazwani, conocido como “el Gran Visir”. En la publicación, se describía el mercado como un “nuevo impulso económico” que acercaría productos agrícolas y ganaderos a los habitantes de la región, con transporte público garantizado para facilitar su acceso.
Dos años después, lo que se presenta es un escenario de absoluto abandono. Lo que se prometía como un mercado moderno y ordenado ha devenido en un símbolo de desidia y negligencia. Lo que en su momento fue una promesa de desarrollo se ha convertido en un foco de insalubridad y un atentado contra la dignidad de la ciudad y sus habitantes.
Una ciudad en manos de la indiferencia
Este es el Tánger que albergará numerosos partidos de la Copa Africana de Naciones y del Mundial de 2030. Una ciudad atrapada en las redes de un partido que la trata como su feudo privado. Un Tánger donde las autoridades parecen haber renunciado a su deber de supervisar y gestionar, optando por la indiferencia y la omisión.
Gracias a Dios que el comité de la FIFA no vio este mercado. Y gracias a Dios que, al menos por ahora, esta vergüenza sigue siendo solo nuestra, relatan los vecinos de Tánger