La formación popular endurece su postura en la negociación con el Gobierno, marcada por la desconfianza hacia Pedro Sánchez y las concesiones al nacionalismo vasco.
La negociación del decreto para hacer frente a la crisis de los aranceles ha abierto un nuevo frente político. El Partido Popular ha decidido elevar su tono y marcar distancias con el Gobierno de Pedro Sánchez, al que acusa de utilizar el real decreto como una moneda de cambio para contentar a sus socios nacionalistas. En el centro de las críticas, una vez más, el Partido Nacionalista Vasco (PNV), que podría estar buscando nuevas contrapartidas políticas a cambio de su apoyo.
Desde las filas populares, se advierte del riesgo de que este decreto se convierta en «otro palacete del PNV», en alusión a los beneficios y cesiones que, según el PP, el partido vasco ha ido acumulando en cada negociación presupuestaria o legislativa. La expresión, cargada de ironía, hace referencia al supuesto trato de favor que el Ejecutivo socialista brindaría al PNV para garantizar su respaldo parlamentario.
Fuentes del PP explican que su endurecimiento responde no solo al contenido del decreto, sino también a la «falta de transparencia y lealtad institucional» por parte del Gobierno. La desconfianza hacia Sánchez y su forma de gestionar alianzas ha encendido las alarmas en Génova, donde temen que la respuesta a la crisis comercial termine siendo, una vez más, una oportunidad para reforzar los equilibrios políticos con sus socios habituales.
Mientras tanto, en el Ejecutivo se insiste en la necesidad de aprobar el decreto con rapidez para mitigar el impacto económico de los aranceles y proteger sectores estratégicos. Sin embargo, la negociación se complica y todo apunta a que la batalla política en torno a este decreto será intensa.
