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sábado, febrero 22, 2025
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¿Enviaría a su hijo a luchar por Ceuta?

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JORGE BUSTOS

¿Aceptaría usted un recorte en su pensión para pagar el rearme de nuestra frontera sur? Poniéndonos distópicos del todo: ¿enviaría usted a su hijo a defender las ciudades autónomas?

Los pueblos, como los hombres, no escarmientan en cabeza ajena. Por eso Polonia, víctima periódica de la hostilidad alemana o rusa, encabeza la tasa europea de inversión militar; y por eso España, soleada península en el extremo suroccidental del continente, exhibe desde hace décadas un olímpico desinterés por defenderse. No solo lo prueba nuestra cicatería presupuestaria: también nuestra cultura política, incluso nuestra flacidez moral. Este es el país en que escaquearse del servicio militar, antes que deshonra patriótica, ofrecía un fértil campo a la picaresca nacional cuando no proporcionaba todo un timbre de orgullo ideológico (hasta Santiago Abascal, líder del partido presuntamente más aguerrido del arco parlamentario, se fumó la mili). Este es el país cuyo actual presidente, preguntado en este periódico por el ministerio que suprimiría para recortar gasto, respondió que el de Defensa. Y este es el país en que la proporción de jóvenes dispuestos a enrolarse para repeler un ataque militar no alcanza el 30%, según un reciente estudio de Metroscopia. La coña marinera por lo de Perejil aún silba en los oídos de Trillo.

Seguramente hay razones históricas e idiosincrásicas para explicar nuestra secular militancia en el pacifismo: a partir de la decadencia imperial la especialidad de la casa ha sido más bien la guerra civil. Y seguramente hay razones filosóficas para alabar este antibelicismo de raíz mediterránea, escéptica, senequista. Pero a medida que se esfuma el pacto atlántico y regresa al mundo la mentalidad imperial, la pregunta que lentamente empieza a hacerse Europa -este lunes en París- es si la calma del avestruz terminará resultándonos más cara que el adiestramiento de los halcones. La pregunta, sobre todo, es si llegado el caso las opiniones públicas europeas aprenderán a conciliar la gala de Eurovisión con una ringlera de ataúdes en el telediario. Imaginemos que Marruecos decide explotar su privilegiada relación con unos Estados Unidos eurófobos para hacer alguna tontería en Ceuta o Melilla. Imaginemos que la tontería degenera hasta el casus belli. ¿Aceptaría usted un recorte en su pensión para pagar el rearme de nuestra frontera sur? Poniéndonos distópicos del todo: ¿enviaría usted a su hijo a defender las ciudades autónomas?

Reconozco que plantear esta hipótesis aún peregrina es una frivolidad, pero más estúpido sería responderla. Porque nadie sabe cómo va a reaccionar hasta que se palpa y nota la sangre. Que se lo digan a aquel cómico de la tele llamado Zelenski.

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