El 16 de noviembre de 2023, Francina Armengol, presidenta del Congreso, ratificó la confianza del Congreso de los Diputados en Pedro Sánchez Pérez-Castejón, conmemorando así el segundo aniversario de su investidura como presidente del Gobierno. Este periodo ha estado marcado por numerosas tensiones políticas y varios escándalos que han acompañado su administración.
Las elecciones celebradas el 23 de julio y las negociaciones subsecuentes dieron lugar a un escenario legislativo complejo. La colaboración de Junts, fluctuante durante estos dos años, resultó esencial para que Sánchez mantuviera su posición, a pesar de que la izquierda no contó con una mayoría parlamentaria clara. Esta situación ha generado rupturas y un ambiente de inestabilidad que pone en riesgo la operatividad del Gobierno.
Desde sus primeros días en el cargo, el Partido Popular (PP) ha focalizado en la «corrupción política» un eje constante de crítica, intensificada por el conocido ‘caso Koldo’ y otros escándalos vinculados a personas cercanas a Sánchez. Frente a estos obstáculos, el presidente ha intentado ofrecer un balance positivo de sus logros al público.
La situación se agravó tras el reciente anuncio de Junts de impulsar un «bloqueo» legislativo, mediante la presentación de enmiendas a la totalidad en todas las leyes propuestas. Ione Belarra, líder de Podemos, señaló que la legislatura “está agotada”, reflejando el desaliento entre algunos aliados.
Sánchez, sin embargo, mantiene su determinación para continuar en el cargo. En un video difundido por el PSOE, defendió su gestión como responsable de mejoras en la calidad de vida de los ciudadanos, resaltando cifras de empleo que superan los 22 millones de trabajadores y una inversión considerable destinada a la recuperación tras catástrofes naturales.
A pesar de estos avances, la carencia de presupuestos aprobados sigue siendo una sombra sobre su mandato; las cuentas prorrogadas desde 2023 y el incumplimiento de los plazos constitucionales para presentar el techo de gasto han generado críticas. Además, la eliminación de medidas como el impuesto a las grandes compañías energéticas ha suscitado reproches tanto dentro como fuera del Ejecutivo.
La dificultad para mantener acuerdos con Junts y otros aliados ha complicado también la imagen de Sánchez como líder. Conflictos relacionados con la amnistía a Puigdemont y la oficialidad de lenguas como el catalán han probado ser obstáculos complejos. A pesar de ello, el Gobierno asegura que continúa buscando consensos, manteniendo una postura optimista ante las adversidades.
El liderazgo de Sánchez también se ha visto afectado por denuncias de corrupción que lo involucran directamente; su hermano y esposa están bajo investigación, lo que ha generado cuestionamientos sobre la integridad del Gobierno. En respuesta, el Parlamento ha iniciado indagaciones, y Sánchez ha calificado el procedimiento de «circo», aunque se ha comprometido a colaborar para esclarecer los hechos.
A pesar de las críticas aumentadas desde la oposición, encabezada por Alberto Núñez Feijóo del PP, el presidente se sostiene en su papel y en la legitimidad otorgada por los votos. Sánchez también ha intensificado su acercamiento a la juventud, aumentando su actividad en redes sociales y ajustando su mensaje para este segmento, estrategia que podría influir en las próximas elecciones autonómicas.
Aun enfrentando dificultades y retrocesos, Sánchez ha mostrado persistencia en culminar su mandato, con la esperanza de que su legado refleje no sólo los éxitos, sino también la superación de retos críticos que han marcado su Gobierno en estos últimos años.



