El 26 de septiembre, el Gobierno de Estados Unidos anunció oficialmente la clasificación del Clan del Golfo, la organización criminal de mayor tamaño en Colombia, como un grupo terrorista extranjero.
Marco Rubio, secretario de Estado estadounidense, describió a esta agrupación como una «organización criminal violenta y poderosa», destacando que su principal fuente de ingresos es el tráfico de cocaína. Además, el Clan del Golfo ha sido responsable de diversos ataques terroristas en Colombia, posicionándolo como un adversario relevante en la lucha contra el crimen organizado.
Rubio aseguró que «Estados Unidos continuará empleando todas las herramientas disponibles para proteger a su país». Este pronunciamiento subraya el compromiso estadounidense para frenar la violencia y los actos terroristas vinculados con cárteles y organizaciones criminales a nivel internacional.
El Clan del Golfo fue creado en 2006 tras la desmovilización del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y se ha consolidado como uno de los colectivos más influyentes y especializados en América. A lo largo de los años, su estructura y métodos han evolucionado.
La administración Biden ya había aplicado sanciones a varios líderes del Clan. Recientemente, este grupo ha empezado a identificarse como ‘Ejército Gaitanista de Colombia’, reflejando un cambio en su estrategia e identidad.
A pesar de esta designación estadounidense, el presidente colombiano Gustavo Petro ha sostenido diálogos con el Clan del Golfo en Qatar, en el marco de un plan destinado a lograr la paz tras seis décadas de conflicto armado.
En dichas negociaciones, el gobierno colombiano ha exigido que los líderes de esta organización acepten penas privativas de libertad como parte de un posible acuerdo de paz. El jefe negociador gubernamental declaró a Reuters que se busca avanzar con firmeza en estas conversaciones antes de las elecciones presidenciales de 2026.
El inicio formal de este proceso de paz en Catar representa un momento crucial para el futuro del país. Conforme el gobierno y el Clan del Golfo abordan estos temas, la situación podría experimentar un cambio significativo.
En años recientes, el Clan del Golfo ha intentado posicionarse como un actor político, intentando consolidarse similar a otros grupos armados colombianos. Sin embargo, carece de objetivos políticos definidos, lo que dificulta su incorporación en un proceso de paz legítimo.
Si bien la violencia y el crimen continúan siendo desafíos graves, los esfuerzos de mediación del gobierno colombiano podrían generar resultados positivos para la nación. La presión internacional, incluyendo las iniciativas de Estados Unidos, también tendrá un papel relevante en el avance de estas negociaciones.