En un contexto de crecientes tensiones en la región, Estados Unidos ha movilizado seis buques de guerra en el área del Caribe, aumentando la presión sobre el gobierno liderado por Nicolás Maduro. Fuentes militares indican que esta operación naval es la más importante desde la intervención en Panamá en 1989, que tuvo como propósito derrocar al entonces dictador Manuel Noriega.
Por su parte, el Pentágono ha declarado que este despliegue tiene como objetivo «asegurar la estabilidad regional y proteger los intereses estadounidenses», aunque analistas advierten que esta acción podría generar mayor inestabilidad política y militar en la zona.
El ejecutivo venezolano ha calificado esta maniobra como una provocación y ha reafirmado su compromiso para defender la soberanía nacional. Observadores internacionales mantienen un seguimiento cercano de la situación, advirtiendo que cualquier escalada podría impactar negativamente en el comercio y la estabilidad del Caribe.