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jueves, diciembre 25, 2025
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Festejos en Ceuta: barras permitidas pero música restringida

La gestión de las fiestas promovida por Pilar Orozco genera opiniones encontradas entre los hosteleros locales: aunque se ha autorizado la instalación de barras en el exterior de los establecimientos, se limita la reproducción de música ambiental, un elemento clave para crear ambiente en las calles durante la Navidad. Un avance tímido con importantes limitaciones.
(No es el ruido el problema, sino quién lo genera).

Es importante destacar lo positivo. Este año se ha permitido, tras un largo reclamo, la colocación de barras en el exterior de bares y restaurantes durante las fiestas. Esta medida fue posible gracias a la colaboración entre la Asociación de Hosteleros y las Consejerías de Urbanismo, Turismo y Festejos. La coordinación entre departamentos ha demostrado que la voluntad política puede ofrecer soluciones beneficiosas para el sector económico local.

No obstante, la medida no resulta completa. Aunque está permitido vender en la vía pública, se prohíbe instalar equipos de música en el exterior — salvo excepciones puntuales sin criterios claros ni justificación pública —, lo que reduce la participación, enfría el ambiente y disminuye el atractivo de la experiencia navideña.

La contradicción existe: la misma Consejería de Festejos que justifica la prohibición de música ambiental en bares y terrazas por motivos de ruido es la que organiza y promociona conciertos, zambombas y actuaciones en esas zonas durante estas fechas. Si el ruido es un problema, ¿por qué se tolera en los escenarios municipales pero no en equipos de sonido para ambiente?

Esta diferencia en el trato genera falta de coherencia y una sensación de injusticia entre los hosteleros. Algunos obtienen permisos puntuales mientras que otros, en condiciones similares, no. No hay criterios públicos, horarios homogéneos ni límites de decibelios transparentes. Solo se aplican prohibiciones generales acompañadas de excepciones no clarificadas.

Como resultado se pierde una oportunidad para dinamizar el centro, prolongar la permanencia del público y fomentar un consumo responsable dentro de un entorno festivo controlado. La música ambiental, no los macroconciertos, es un componente esencial del espíritu navideño en cualquier ciudad con actividad turística. Restringirla mientras se llenan las agendas con eventos municipales es, al menos, un signo negativo.

Además, esta situación vuelve a situar bajo escrutinio a una consejería que ha sido objeto de controversias previas, por acusaciones y críticas públicas sobre presuntos favoritismos en adjudicaciones cercanas. Aunque cada caso debe ser tratado con rigor y garantías, la falta de transparencia actual — permisos inconsistentes, decisiones sin explicación — no contribuye a eliminar dudas ni a generar confianza.

Ceuta requiere normativas claras, iguales para todos y sencillas de cumplir. O existe un problema de ruido que se regula con límites objetivos, o no y se permite la música ambiental bajo horarios y controles adecuados. Mantener la excusa del ruido según conveniencia, mientras la misma Consejería promueve lo opuesto, resulta incoherente.

En conclusión:

Permitir las barras y limitar la música supone una celebración navideña a medio ritmo. La hostelería no solicita libertades totales, sino coherencia, criterios públicos claros y trato equitativo. Si la Consejería de Festejos realmente desea dinamizar la ciudad, debe armonizar sus decisiones con las actividades que ella misma impulsa. De lo contrario, Ceuta continuará con fiestas oficiales pero con calles inusualmente silenciosas.

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