El presidente francés, Emmanuel Macron, señaló la existencia de “importantes irregularidades” en el buque ruso Boracay, que fue interceptado el sábado pasado frente a la costa de Saint-Nazaire. La operación fue ejecutada por militares franceses con uniformes de camuflaje y pasamontañas, a partir de una orden judicial emitida por la fiscalía de Brest.
Durante la acción, se arrestó a dos miembros de la tripulación, identificados como el capitán y el primer oficial, acusados de desacato y de no poder probar la nacionalidad del buque, que en ese momento navegaba bajo las banderas de Benín y Gabón.
Macron defendió la apertura de una investigación judicial y pidió prudencia al considerar un posible vínculo entre el petrolero y los recientes ataques con drones en Dinamarca. Aunque la intervención ocurrió el sábado, la información se divulgó el miércoles, coincidiendo con la cumbre sobre la amenaza rusa celebrada en Copenhague.
El Boracay, también conocido con los nombres Pushpa y anteriormente Kiwala, forma parte de la llamada “flota fantasma” rusa, que agrupa entre 600 y 1.000 embarcaciones. El petrolero había estado anclado durante varios días junto a un parque eólico marino en Saint-Nazaire y fue visto anteriormente frente a las costas de Polonia, Suecia y Dinamarca el 22 de septiembre, en el mismo período en que se produjeron los incidentes con drones que afectaron aeropuertos daneses y provocaron restricciones en el uso de drones civiles.
Las autoridades francesas mantienen bajo vigilancia al Boracay mediante una fragata frente a Saint-Nazaire mientras continúa la investigación judicial. Este barco había sido sancionado anteriormente por la Unión Europea, Reino Unido, Canadá, Suiza y Nueva Zelanda.
La pesquisa intenta establecer si hay alguna relación entre el paso del petrolero por aguas danesas y los incidentes con drones que detuvieron temporalmente el tráfico aéreo. Según datos de Marine Traffic, el destino final del Boracay era Vadinar, en Gujarat, India, con llegada prevista para el 20 de octubre.