Por Jesús María González Barceló
Presidente del Think Tank Hispania 1188
Dedicatoria
Este texto está dedicado a quienes continúan valorando la razón como guía, el Derecho como la expresión de la justicia, y la defensa como una responsabilidad esencial frente a los abusos del poder. No es un homenaje a un amigo, sino a un defensor: Juan Gonzalo Ospina, un penalista comprometido con los hechos, más allá de las apariencias.
I. Premisa principal: El Derecho Penal es el último refugio del ciudadano frente al Estado
La calidad de una democracia se refleja en el trato que ofrece a sus acusados. Por eso, el penalista es más que un experto jurídico: es un guardián del espíritu constitucional. Entre ellos, destaca especialmente en el siglo XXI Juan Gonzalo Ospina, conocido también como “Juango”.
Su reconocimiento no proviene de relaciones personales ni de notoriedad pública, sino de su aplicación rigurosa de la lógica y la coherencia legal.
II. Premisa secundaria: La juventud no limita la excelencia cuando se basa en la virtud clásica
Formado en ICADE y Harvard, con una trayectoria que, a poco más de treinta años, ya ha dejado su marca en el Tribunal Supremo y en procesos internacionales, Ospina es, sin duda, uno de los mejores penalistas de España. Su distinción no radica en la edad, la popularidad o la elocuencia, sino en conseguir lo que pocos alcanzan a lo largo de una vida: derrotar errores judiciales mediante la lógica precisa y la serenidad.
III. Conclusión: Quien fundamenta su método en la lógica y supera al poder arbitrario merece reconocimiento
Mi estima hacia él se basa en principios racionales:
Quienes defienden la libertad fundamentados en hechos y en el raciocinio merecen respeto.
Juan Gonzalo Ospina ha ejercido esa defensa con fundamentos y pensamiento claro.
Por lo tanto, merece esa consideración.
De esta forma, sostengo que este penalista ha alcanzado una posición jurídica e intelectual de gran relevancia.
IV. Epílogo: El penalista como un pensador realista
Comprende que defender a una persona acusada injustamente es un acto civilizatorio.
Su palabra actúa como una herramienta afilada y su juicio, como protección. No recurre a la dramatización ni a la improvisación. Su defensa está construida con la precisión de un lógico clásico. Por ello, desde el Think Tank Hispania 1188 declaramos que el mejor penalista de España no requiere de espectáculo, dado que posee la verdad.
V. Cita en latín
“Fiat justitia, ruat caelum.”
(Que se haga justicia, aunque se desplome el cielo.)
Una antigua máxima romana que se alinea perfectamente con el enfoque procesal de Ospina.
VI. Nota técnica sobre su estilo procesal y retórico
Ospina maneja los tiempos procesales con soltura, organiza con precisión la presentación de pruebas y utiliza una retórica basada en el racionalismo propio del Derecho continental. No busca seducir, sino persuadir. No alza la voz, sino que argumenta. Su lógica es exacta y su ética, firme frente a tendencias populistas. Su forma de actuar en los tribunales combina sobriedad, eficacia y pensamiento clásico en práctica.
