Este lunes comienza en la Audiencia Nacional el proceso judicial contra Jordi Pujol, expresidente de la Generalitat de Cataluña, un acontecimiento que influirá de forma notable en la percepción histórica de su prolongada etapa al frente del Ejecutivo catalán y en la evaluación de su herencia política.
Este caso, que también involucra a varios integrantes de su familia, se origina tras la declaración pública que Pujol realizó el 25 de julio de 2014. En ese momento, reconoció que durante más de tres décadas su familia había mantenido una fortuna no declarada en una entidad bancaria de Andorra, lo que provocó un gran impacto en la sociedad, especialmente entre quienes lo apoyaron y consideraron un referente del nacionalismo catalán.
Aun en el caso de que la salud de Pujol pudiera ser tenida en cuenta para eximirlo de responsabilidad, la sentencia tendrá una repercusión tanto simbólica como real en la forma en que se recuerde su mandato y se interpreten sus más de 20 años en el poder. El juicio se presenta como un momento crucial para determinar si su figura será finalmente valorada por sus aportaciones políticas o si su imagen quedará marcada por los escándalos económicos familiares.
El expresidente, que hace aproximadamente un año asistió a una recepción en el Parlament de Cataluña, se enfrenta ahora a un juicio que, más allá del ámbito judicial, decidirá su posición en los registros históricos y en la memoria colectiva de la sociedad catalana.



