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lunes, diciembre 1, 2025
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La ausencia que avergüenza: Ceuta deja solos a sus autónomos

La manifestación de los autónomos celebrada este domingo en Ceuta —con más de 400 profesionales soportando lluvia y viento para defender sus derechos— dejó al descubierto una verdad tan clara como incómoda: los autónomos estamos completamente solos. Solos ante la administración, solos ante la burocracia y, lo que es aún más grave, solos ante quienes dicen representarnos.

La Cámara de Comercio de Ceuta y la Confederación de Empresarios, dos instituciones que deberían ser pilares del tejido económico local, no estuvieron. No enviaron un portavoz, no ofrecieron un mensaje de apoyo, no dedicaron siquiera un gesto simbólico hacia quienes sostienen cada día la economía real de esta ciudad. Su ausencia no es un simple olvido: es una renuncia a su propia razón de ser.

La Cámara presume de representar a empresarios y emprendedores. Pero cuando 400 autónomos salen a exigir lo básico —cuotas razonables, un paro accesible, licencias sin retrasos eternos, protección social—, decide mirar hacia otro lado.
La Confederación de Empresarios, más de lo mismo: silencio absoluto.
La pregunta se impone sola: ¿A quién representan si no representan a quienes más lo necesitan?

La vergüenza institucional del domingo fue aún mayor con la ausencia total de la clase política ceutí. Ningún partido, ni del Gobierno ni de la oposición, consideró necesario personarse. Ni uno solo. Ni un gesto. Ni un apoyo. Mientras los autónomos nos dejamos la piel para levantar esta ciudad, nuestros representantes públicos demostraron que, cuando se trata de defender a quienes cargan con el peso real de la economía, prefieren esconderse.

Porque no se trataba de un acto partidista. No era una protesta ideológica. Era un grito por la supervivencia.
Hablamos de autónomos que pagan 200 euros de cuota ganando 500.
Hablamos de negocios que esperan meses —o años— una licencia mientras siguen pagando alquiler.
Hablamos de personas que no pueden ponerse enfermas porque el sistema las castiga.
Hablamos de profesionales que, si cierran, quedan arruinados de por vida.

Y ante todo esto, las instituciones que viven de decir que nos apoyan estuvieron desaparecidas.

El domingo no salimos a pedir privilegios. Salimos a pedir justicia.
A pedir dignidad.
A pedir lo mínimo para seguir levantando la persiana cada mañana.

La movilización de Ceuta fue una muestra de unidad, fuerza y determinación. Pero también un aviso. Un aviso a quienes ocupan despachos, hacen discursos y presumen de defender al empresario mientras ignoran a los autónomos que mantienen viva esta ciudad.

Si la Cámara de Comercio, la Confederación de Empresarios o la clase política quieren recuperar credibilidad, deberán empezar por algo muy sencillo: estar.
Estar cuando toca.
Estar cuando duele.
Estar cuando la ciudad que dicen representar sale a la calle a exigir respeto.

Los autónomos ya hemos hablado.
Ahora toca que ellos den la cara.
Y si no lo hacen, que no vuelvan a decir que nos representan.

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