El proceso judicial que involucra al exministro de Hacienda Cristóbal Montoro ha modificado la distribución de fuerzas dentro del ámbito político nacional.
Lo que parecía ser un cierre de la temporada parlamentaria enfocado en la campaña del Partido Popular contra la corrupción gubernamental ha tomado un rumbo inesperado: el partido principal de la oposición enfrenta ahora un escándalo que afecta a una de sus figuras más destacadas.
En un contexto donde el Gobierno de Pedro Sánchez llega a esta fase política debilitado por las presiones de sus aliados y con la necesidad de ceder en varias negociaciones importantes, ha logrado obtener cierto respiro gracias a las dificultades de sus rivales. La imputación de Montoro pone en duda el discurso del PP y obliga a la dirección encabezada por Alberto Núñez Feijóo a revisar su estrategia, en un momento en que pretendían centrar su mensaje en la regeneración y la ejemplaridad institucional.
Desde Moncloa, las recientes acciones se interpretan como un esfuerzo para fortalecer las relaciones con sus socios parlamentarios ante un otoño que se prevé complicado. En un ambiente de desgaste general, nuevamente está en juego el equilibrio político.
