Nicholas Tombazis, director de monoplazas de la FIA, evaluó el ciclo de coches con efecto suelo empleado en la Fórmula 1 desde 2022 y adelantó las principales características del cambio reglamentario que se implementará en 2026. El ingeniero griego repasó los aciertos y las limitaciones de la generación que finalizó en Abu Dhabi y señaló los desafíos técnicos de la siguiente etapa.
Tombazis reconoció que la normativa de efecto suelo cumplió muchos de sus objetivos, aunque sin llegar a ser perfecta. “No obtendríamos un sobresaliente, sino más bien un notable”, afirmó. Destacó que, en términos financieros, el tope presupuestario ha equilibrado la parrilla y proporcionado mayor estabilidad económica a los equipos.
Desde un punto de vista técnico, explicó que los coches podían seguirse más de cerca al inicio del ciclo, pero lagunas en la reglamentación permitieron a los equipos desarrollar soluciones que incrementaron el aire turbulento y dificultaron los adelantamientos. Esta situación empeoró con el paso del tiempo: si en 2022 un monoplaza perdía alrededor del 20% de carga aerodinámica al rodar a diez metros de otro, hoy la reducción se acerca al 35%. Aunque esta cifra mejora la registrada en 2021, se aleja del propósito original.
Entre las áreas problemáticas, Tombazis señaló el desarrollo del endplate del alerón delantero, que produjo flujos de aire hacia fuera en vez de hacia dentro, y la zona aerodinámica próxima a las ruedas delanteras y bordes del suelo. También reconoció errores en el manejo del fenómeno conocido como porpoising, que “se escapó” en la normativa de 2022, aunque confía en que la configuración del nuevo suelo para 2026 evitará su reaparición con tal intensidad.
Mirando hacia adelante, el máximo responsable técnico de la FIA prevé que los motores serán el factor principal de diferenciación en 2026. Con la incorporación de nuevos fabricantes y un aporte eléctrico del 50%, se esperan diferencias iniciales en rendimiento. Sin embargo, la FIA ha diseñado mecanismos para que los equipos rezagados puedan recuperar competitividad a medio plazo.
En el ámbito aerodinámico, anticipa que los equipos deberán invertir entre seis y doce meses para converger en soluciones similares, por lo que el arranque de la temporada 2026 podría tener un orden más variado en términos de rendimiento.
Una de las innovaciones destacadas será el denominado “DRS eléctrico”, un sistema que permitirá a los monoplazas que estén a menos de un segundo de distancia del vehículo de delante recuperar adicionalmente hasta medio megajulio de energía para entregar más potencia. Este mecanismo busca replicar el efecto del DRS actual sin facilitar excesivamente los adelantamientos.
“Queremos carreras competidas, pero no que las posiciones queden definidas desde la primera vuelta”, concluye Tombazis, seguro de que la nueva etapa de la F1 ofrecerá un equilibrio entre avance tecnológico y espectáculo en pista.
