plataforma frontera de Ceuta
La frontera que separa España de Marruecos sigue siendo un punto crítico donde la promesa de modernización y eficiencia choca con la dura realidad de quienes la cruzan a diario. A pesar de los anuncios de una “frontera inteligente” y un tránsito más ágil, la experiencia de los ciudadanos sigue marcada por el caos, la arbitrariedad y la vulneración de derechos.
Cada día, miles de personas se enfrentan a una odisea que pone a prueba su paciencia y dignidad. En el lado marroquí, los ceutíes sufren un trato discriminatorio con controles excesivos y restricciones arbitrarias, mientras que en el lado español las demoras y la falta de criterios unificados generan situaciones de tensión e incertidumbre.
Frente a esta situación, ha surgido la Plataforma Frontera de Ceuta, un movimiento ciudadano que denuncia las irregularidades y exige soluciones. A través de grupos de WhatsApp, sus integrantes comparten información en tiempo real para minimizar las esperas y evitar colapsos innecesarios. Además, han trasladado sus quejas a la Delegación del Gobierno, pero las respuestas han sido escasas y poco efectivas.
Los ceutíes, lejos de recibir un trato acorde a su condición de ciudadanos españoles y europeos, se sienten abandonados y marginados. La falta de voluntad política para resolver esta problemática refuerza la percepción de que Ceuta es un territorio olvidado, donde las promesas de mejora quedan en meras declaraciones sin efectos reales.

A esta situación se suma la indignación por la existencia del “tubo de la vergüenza”, un estrecho pasillo en el Tarajal utilizado para devolver a Marruecos a inmigrantes interceptados en Ceuta en condiciones precarias e inhumanas. Organizaciones y partidos locales han denunciado reiteradamente esta práctica, exigiendo un trato digno y el respeto a los derechos humanos.
Ante la falta de soluciones, la Plataforma Frontera de Ceuta anuncia una intensificación de sus protestas y no descarta movilizaciones ciudadanas para visibilizar el problema a nivel nacional e internacional. “No estamos dispuestos a tolerar más atropellos ni más indiferencia. Ceuta merece respeto y justicia”, afirman desde la organización.
El desafío sigue siendo el mismo: transformar una frontera que separa en un paso que dignifique a quienes la cruzan a diario. Mientras tanto, la realidad se impone sobre las promesas incumplidas.