Documentos internos indican que el Pacto Mundial de la ONU habría otorgado su apoyo oficial a la cátedra de Begoña Gómez en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Esta vinculación ha sido empleada por la esposa del presidente como un valor añadido para atraer alumnos a un máster con un coste de 7.200 euros, mientras continúa abierta la investigación judicial por presuntas irregularidades relacionadas con corrupción y tráfico de influencias.
El convenio entre la cátedra dirigida por Begoña Gómez, denominada “Transformación Social Competitiva”, y el Pacto Mundial de la ONU se habría materializado mediante una adenda enviada al vicerrector de la UCM. Dicha colaboración aparece en documentación interna y contempla el uso del logotipo de la ONU como símbolo de respaldo institucional.
Este aval fue utilizado públicamente por la cátedra para reforzar su prestigio y captar alumnos para el máster. En los materiales promocionales, el máster —que tiene un precio de 7.200 € por participante— se presentaba junto al logo del Pacto Mundial, junto a otras marcas conocidas como Google y grandes compañías del Ibex.
No obstante, desde la ONU se desacreditaron oficialmente respecto al máster. Voces del Pacto Mundial precisaron que su colaboración se limitaba a compartir «materiales de formación para pequeñas y medianas empresas orientadas a la Agenda 2030», sin respaldar un programa de posgrado privado ni autorizar su comercialización. De acuerdo con sus declaraciones, no aprobaron ni firmaron ningún acuerdo relativo a la impartición del máster.
Esta información reabre las críticas hacia la creación y financiación de la cátedra. En la justicia, existen acusaciones contra Begoña Gómez por presunta malversación, tráfico de influencias y uso indebido de recursos públicos para favorecer intereses privados. El presunto patrocinio de la ONU —o, al menos, la apariencia del mismo— introduce un nuevo factor en la controversia: la posible utilización de una marca internacional para dar mayor credibilidad a actividades empresariales bajo el disfraz académico.
Empresarios consultados confirmaron que la inclusión del emblema de la ONU fue fundamental para atraer “inversores” y patrocinadores al proyecto, reforzando la idea de que la cátedra funcionaba más como un espacio de relaciones públicas y networking empresarial que como una entidad académica.
Aspectos en juego: reputación, legalidad y confianza institucional
La participación de la ONU en este asunto cuestiona no solo la legitimidad del uso de su logotipo en un máster privado, sino también la ética que implica la mezcla de instituciones públicas, estructuras académicas y negocios privados bajo el supuesto compromiso social.
Si se demuestra que la cátedra hizo un uso indebido del respaldo internacional —o lo sugirió para captar estudiantes y patrocinadores— no solo Begoña Gómez y sus colaboradores enfrentarán repercusiones legales, sino que también la universidad podría ver afectada su credibilidad.
Una controversia que supera lo individual
El posible patrocinio de la ONU a la cátedra de Begoña Gómez alimenta la percepción de que detrás de determinados proyectos académicos puede ocultarse el interés empresarial y redes de influencia. Más allá del proceso judicial, lo que está en cuestión es la transparencia institucional, la delgada frontera entre lo público y lo privado y la confianza de la ciudadanía en las instituciones que deben servir al interés general. El país requiere claridad y que se establezcan responsabilidades, sin excepciones.
