La nueva oleada de medidas proteccionistas impulsadas por el expresidente estadounidense Donald Trump, ahora aspirante favorito en la carrera hacia la Casa Blanca, ya está dejando sentir sus efectos entre empresas y sectores clave de la economía española. Desde el pasado miércoles, industrias agroalimentarias, tecnológicas y farmacéuticas viven en un auténtico “sinvivir” ante un escenario incierto y sin alternativas claras a corto plazo.
España, primer país exportador de aceite de oliva a Estados Unidos y tercero en vino, ve peligrar dos de sus pilares agroalimentarios más sólidos. “No sabemos cómo vamos a mantener los márgenes si se imponen aranceles o barreras logísticas. Es una amenaza directa a nuestra supervivencia”, explica un representante de la Federación Española del Aceite de Oliva.
Pero no solo el campo español se tambalea. Empresas del sector farmacéutico con filiales en EE. UU., industrias de componentes del automóvil que dependen del mercado americano, y gigantes tecnológicos centrados en inteligencia artificial están también bajo presión. Muchas de estas compañías tienen parte de su producción en territorio español, lo que podría convertirlas en blanco indirecto de las medidas de Trump si se reactivan políticas similares a las de su primer mandato, caracterizadas por la guerra comercial.
“Es un ataque directo a nuestras cadenas de valor. No tenemos un plan B”, reconocen desde una empresa de IA con sede en Barcelona y socios clave en Silicon Valley.
El temor no solo radica en la pérdida de exportaciones, sino también en la posible fuga de inversiones. Filiales de multinacionales con producción en España evalúan ya escenarios alternativos si las tensiones escalan.
Mientras tanto, el Gobierno español guarda silencio, a la espera de que Bruselas articule una respuesta común. Las próximas semanas serán clave para saber si esta nueva “guantá” de Trump se convierte en un golpe real o en una amenaza más en un tablero internacional cada vez más volátil.
