En un hecho de gran relevancia para la política de Corea del Sur, Lee Jae-myung ha sido elegido presidente, marcando el retorno de la izquierda al Ejecutivo tras varios años bajo gobiernos conservadores. Su elección representa un momento significativo por su influencia política y la notable trayectoria personal que lo acompaña.
Procedente de una familia trabajadora en una modesta localidad industrial, Lee Jae-myung enfrentó la pobreza desde la infancia. Comenzó a laborar en fábricas a temprana edad, sufrió una lesión en el brazo con secuelas permanentes y reconoció que su vida fue, en sus propias palabras, «muy difícil». Esta experiencia lo impulsó a formarse como activista social y abogado en defensa de los derechos laborales.
Su trayectoria política inició con fuerza en la administración local, desempeñándose como alcalde de Seongnam y posteriormente como gobernador de la provincia de Gyeonggi, la más poblada del país. Su gestión destacó por políticas progresistas, ayudas sociales y un estilo directo que contrastaba con la retórica habitual de la política surcoreana.
A pesar de haber enfrentado diversas acusaciones por presuntas irregularidades, logró superar los procesos legales. Se consolidó como líder del Partido Democrático tras perder de forma ajustada las elecciones presidenciales de 2022, y desde entonces encabezó la oposición con determinación.
En enero de 2024, sufrió un intento de asesinato durante un evento público. Resultó herido con una puñalada en el cuello que puso en riesgo su vida, pero logró sobrevivir, hecho que impactó a la sociedad y fortaleció su imagen de resistencia.
Actualmente, tras una campaña llena de simbolismos, compromisos con la justicia social y propuestas reformistas, Lee Jae-myung asume la presidencia siendo el primer mandatario de izquierda en más de cinco años. Su triunfo refleja un cambio en la opinión pública surcoreana, cansada de las desigualdades económicas y los escándalos políticos.
El presidente tiene por delante el desafío de reconciliar a una nación dividida, impulsar la economía y gestionar las crecientes tensiones geopolíticas, manteniendo el compromiso de no olvidar sus orígenes ni a quienes, como él en su juventud, luchan por una vida más justa.
