Empresarios y clientes culpan al coste de vida y al aislamiento, mientras los trabajadores denuncian condiciones precarias en un sector que aún busca equilibrio
Ceuta | 3 de noviembre de 2025
El sector hostelero de Ceuta vive una paradoja que no pasa desapercibida ni para sus clientes ni para sus propios trabajadores: precios más altos que en la Península, pese a que la materia prima en la ciudad es más barata y muchas empresas del sector se han beneficiado de ayudas y subvenciones públicas durante los últimos años.
Un simple desayuno, un menú del día o una cena de fin de semana pueden costar entre un 20% y un 40% más que en cualquier ciudad peninsular de tamaño similar. Los consumidores ceutíes lo notan cada día y no dudan en expresar su malestar. “Comer fuera se ha convertido en un lujo. Los precios no se corresponden con los sueldos ni con la calidad del servicio”, comenta una clienta habitual del centro.
Un desequilibrio difícil de justificar
Según los sindicatos, el incremento sostenido de los precios no se traduce en mejoras laborales ni salariales para los trabajadores del sector, que siguen denunciando largas jornadas, bajos sueldos y falta de estabilidad.
“Los hosteleros se quejan de la falta de personal y de los costes, pero la realidad es que muchos empleados trabajan por debajo de lo que marca el convenio y sin descanso suficiente”, señalan desde la Federación de Sanidad y Servicios de CCOO en Ceuta.
Por su parte, los empresarios argumentan que el aislamiento geográfico, los altos costes de transporte y los gastos derivados del stock limitado encarecen la operativa de los negocios. “No es que queramos subir precios, es que todo llega más caro y los márgenes son cada vez menores”, explica un hostelero del Paseo del Revellín.
Ayudas públicas y falta de equilibrio
Durante la pandemia y los años posteriores, el sector recibió importantes ayudas y subvenciones de las administraciones locales y nacionales para sostener la actividad y evitar cierres. Sin embargo, una parte de la ciudadanía cuestiona que ese apoyo se haya traducido en una mejora real de la oferta ni en precios más justos.
“Parece que Ceuta se ha convertido en una ciudad cara para vivir y más aún para salir a comer o cenar. No hay equilibrio entre lo que se cobra y lo que se ofrece”, señala un trabajador del sector.
Un reto para el futuro
Con la reciente reactivación de las negociaciones laborales y la expectativa de un nuevo convenio colectivo, el desafío del sector hostelero ceutí va más allá de los acuerdos formales: lograr un modelo sostenible, con precios razonables, empleos dignos y una oferta competitiva que no expulse al consumidor local.
Mientras tanto, la sensación generalizada es que Ceuta paga más por lo mismo, en una economía pequeña y tensionada donde el ocio y la hostelería se han convertido, paradójicamente, en un símbolo del encarecimiento de la vida.




