Marruecos está reforzando sus iniciativas para convertir el cultivo tradicional del cannabis en una industria legal y regulada. La finalidad es acceder al creciente mercado internacional de productos derivados de esta planta y brindar nuevas perspectivas económicas a las comunidades rurales, en particular en las montañas del Rif.
Durante mucho tiempo, el cultivo del cannabis fue una actividad no regulada, vinculada con el mercado ilegal y sometida a la vigilancia policial. No obstante, en los últimos años el país ha comenzado a implementar un modelo estratégico de legalización controlada, enfocado en usos medicinales, industriales y cosméticos, mientras permanece prohibido el consumo recreativo.
Este cambio se inició en 2021 con la promulgación de una ley innovadora en el mundo árabe destinada a regular el cultivo y la transformación del cannabis para fines que no sean recreativos. Desde entonces, la Agencia Nacional para la Regulación de las Actividades Relacionadas con el Cannabis ha otorgado miles de licencias a agricultores de las provincias de Al Hoceima, Taounate y Chefchaouen, regiones con larga tradición en esta actividad.
Para el año 2025, los datos oficiales reflejan que más de 3.300 productores cuentan con autorización legal y que la producción reglada alcanza aproximadamente 4.200 toneladas. Estos cultivos están principalmente destinados a la producción de aceite de CBD, cosméticos y cáñamo industrial, sectores que experimentan una creciente demanda internacional.
El nuevo marco normativo ya ha tenido un impacto visible en la vida diaria de numerosos agricultores. Para quienes tradicionalmente han cultivado bajo riesgo de sanciones, la legalización representa la oportunidad de comercializar su cosecha de manera transparente y con mayor seguridad jurídica, además de poder integrarse en cooperativas y acceder a contratos estables.
Las cooperativas desempeñan un rol fundamental en este nuevo sistema productivo, ya que compran la materia prima a pequeños cultivadores y la transforman en productos con mayor valor añadido. Algunos de estos productos ya se venden en el mercado nacional y están en vías de exportación.
Sin embargo, la transición presenta retos significativos. El mercado legal todavía no absorbe toda la producción, y existen áreas del Rif donde el cultivo ilegal continúa predominando. A lo anterior se suman tensiones entre productores y cooperativas, así como protestas ocasionadas por retrasos en los pagos.
Pese a estas dificultades, el Gobierno marroquí sostiene que el fomento del cannabis legal forma parte de una estrategia a largo plazo orientada a reducir la economía informal, mejorar las condiciones de vida en regiones históricamente marginadas y consolidar al país como un actor relevante en el mercado internacional del cannabis medicinal e industrial.


