El Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (MDyC) vuelve a estar en el ojo del huracán, esta vez por la detención de uno de sus diputados en la Asamblea de Ceuta, Mohamed Ali Duas, acusado de narcotráfico y crimen organizado. Un escándalo que está sacudiendo la política local y que deja en evidencia la dudosa gestión de la líder del partido, Fátima Hamed, quien se ha limitado a pedir «prudencia» mientras su formación se ve envuelta en un caso de gravedad extrema.
Un diputado del MDyC detenido por narcotráfico
La Guardia Civil detuvo a Mohamed Ali Duas en una operación contra el narcotráfico que también ha salpicado a dos agentes del instituto armado. El diputado, además de su cargo político, es funcionario del Centro Penitenciario Fuerte Mendizábal, lo que agrava la preocupación sobre la corrupción enquistada en las instituciones. Mientras tanto, Fátima Hamed, quien en otras ocasiones no ha dudado en lanzar acusaciones contundentes contra terceros, ahora guarda silencio y apela a la presunción de inocencia, un argumento que parece reservar exclusivamente para los suyos.
Fátima Hamed: Dura contra algunos, indulgente con los suyos
Cabe recordar que la misma Fátima Hamed que ahora pide «prudencia» y «respeto» por las actuaciones judiciales, no dudó en llamar «delincuente» a Francisco Nicolás Gómez Iglesias, conocido como el «Pequeño Nicolás», cuando este visitó Ceuta en 2024. Sin juicio ni pruebas, Hamed se apresuró a etiquetar al joven como un criminal, pero ahora, ante un caso de presunta implicación de su propio partido en el narcotráfico, prefiere la cautela y el hermetismo.
Este doble rasero deja en evidencia la hipocresía de la líder del MDyC. Cuando se trata de criticar a otros, su discurso es rápido y feroz, pero cuando el escándalo golpea a su propia formación, su tono cambia radicalmente. ¿Qué pensará ahora de su propio diputado detenido? ¿Lo seguirá defendiendo con la misma fuerza con la que atacó a Nicolás?
Un partido en la cuerda floja
La detención de Mohamed Ali Duas es un golpe demoledor para la credibilidad del MDyC, que ya estaba en entredicho por sus posiciones controvertidas. Mientras Hamed intenta desmarcarse del escándalo asegurando que no sabía nada, la realidad es que su partido queda gravemente tocado y con serias dudas sobre su integridad.
El MDyC tiene una oportunidad única de demostrar que no tolera la corrupción en sus filas, pero el silencio y la tibieza de su líder solo alimentan las sospechas. Si Hamed quiere mantener su credibilidad, debería dejar de lado su discurso selectivo y ser tan contundente con los suyos como lo ha sido con otros.
En cualquier democracia sana, la detención de un diputado por narcotráfico sería motivo suficiente para exigir responsabilidades y tomar decisiones firmes. Veremos si Fátima Hamed está dispuesta a hacerlo o si, una vez más, optará por la doble vara de medir que tan bien maneja.
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