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martes, julio 8, 2025
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Ni cadáveres ni favores: Ceuta necesita transparencia y rigor

Opinión Angel García Bernardo.

Respuesta a la carta de opinión: “Piensa mal y acertarás” publicada en varios medios digitales

Es comprensible que en una ciudad como Ceuta, con su complejidad política e institucional, las decisiones públicas generen opiniones encontradas. Sin embargo, no es menos cierto que cuando se vierten acusaciones veladas y juicios de valor sin pruebas concretas, corremos el riesgo de alimentar una narrativa más basada en sospechas que en hechos.

En primer lugar, el reconocimiento a Juan Bravo responde a una trayectoria política y profesional que ha sido valorada por muchas personas dentro y fuera de Ceuta. Cuestionarlo no debería convertirse en una oportunidad para generar divisiones ni sembrar teorías conspirativas. Disentir es legítimo, pero no es legítimo insinuar sin fundamento que hay represalias políticas por apoyar un premio.

Respecto a la intervención que consideró no viable una licitación supuestamente ganada, es importante recordar que los órganos de control económico existen precisamente para garantizar la legalidad y sostenibilidad del gasto público. Poner en tela de juicio su independencia solo porque una decisión no nos favorece es una peligrosa deriva que debilita las instituciones. El hecho de que el interventor haya ocupado su cargo durante muchos años no lo deslegitima per se. Más bien, puede interpretarse como una muestra de experiencia y conocimiento acumulado en una administración que no es fácil de gestionar.

Tampoco ayuda a la claridad del debate político insinuar que ciertos ascensos responden a “premios de consolación”. Esas valoraciones, además de subjetivas, restan valor a la capacidad de personas que también tienen una trayectoria política que merece respeto, nos guste o no su ideología.

Finalmente, cuando se habla de “cadáver administrativo” para referirse a un funcionario público que ha desempeñado su labor durante más de dos décadas, se cruza una línea peligrosa: la del desprecio gratuito. Y cuando se hace desde el anonimato o sin una propuesta alternativa concreta, no se está construyendo ciudad ni democracia, solo se está abonando el terreno de la desconfianza y el desánimo colectivo.

En lugar de fomentar esa visión de Ceuta como un “tablero donde nadie sabe qué mueve las manos del juego”, convendría centrarse en propuestas reales, debates transparentes y, sobre todo, respeto institucional. Solo así podremos mejorar la calidad política y democrática de nuestra ciudad.

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