El pasado 10 de noviembre, el Comando Sur de Estados Unidos informó sobre un ataque aéreo contra una embarcación en aguas internacionales. Esta acción, parte de la operación denominada Lanza del Sur, resultó en la muerte de los cuatro ocupantes del vehículo.
Las autoridades publicaron un video que muestra el momento del ataque, llevado a cabo en una ruta marítima del Caribe que, según informes oficiales, es comúnmente utilizada por grupos criminales dedicados al tráfico de drogas. Esta intervención forma parte de la estrategia estadounidense para combatir el narcotráfico en esta zona.
Desde el inicio de la Operación Lanza del Sur en agosto, cerca de las costas venezolanas, se han registrado alrededor de veinte enfrentamientos, con un saldo cercano a ochenta fallecidos. Estas operaciones han generado debate y preocupación en cuanto al empleo de la fuerza militar en la región.
El nombre de la misión fue establecido por el secretario de Guerra, Pete Hegseth, quien ha defendido la acción como una medida esencial para interrumpir el tránsito ilegal de drogas provenientes de América Latina hacia Estados Unidos. Según sus declaraciones, el propósito principal es desarticular las redes que amenazan la seguridad nacional.
En una reunión celebrada en el Despacho Oval, el presidente Donald Trump se reunió con Hegseth y otros altos mandos del Pentágono para tratar las directrices sobre Venezuela. Voces cercanas a la administración revelan que se está evaluando un aumento en la intensidad de las operaciones, lo que podría implicar un mayor despliegue militar en la zona.
Por su parte, el gobierno venezolano reaccionó condenando la ofensiva estadounidense, calificándola de un “pretexto para intervenir” en sus asuntos internos, y rechazando de forma categórica la injerencia en la región.
El presidente Nicolás Maduro hizo un llamado a la población estadounidense para que detenga lo que él denominó como la «mano descontrolada» que ordena bombardeos sobre su territorio. Maduro sostiene que estas medidas contribuyen a elevar las tensiones y ponen en riesgo la estabilidad regional.
El contexto geopolítico actual en el Caribe refleja la compleja interacción entre los intereses de Estados Unidos en su lucha contra las drogas y las inquietudes de los países de la zona frente a posibles intervenciones externas. Esta situación podría derivar en un aumento de los conflictos en un futuro cercano.
