El presidente ruso, Vladímir Putin, ha manifestado una fuerte crítica hacia la reciente acción militar de Estados Unidos contra Irán, calificándola de “acto de agresión sin justificación”. No obstante, en su declaración oficial no se anunció ningún tipo de soporte militar ni asistencia directa a Teherán, a pesar de las presiones internas para que Rusia aumente su respaldo a su aliado.
En los sectores más partidarios de la confrontación dentro del Kremlin, algunos demandan que Moscú brinde a Irán un apoyo equiparable al que Estados Unidos ofrece a Ucrania en su conflicto con Rusia. Estas voces consideran que una respuesta firme proyectaría fuerza geopolítica frente a Occidente.
Sin embargo, Putin ha optado por la prudencia. Según informaciones de fuentes próximas al Kremlin, el presidente desea evitar un mayor deterioro en las relaciones con el expresidente Donald Trump, quien se posiciona nuevamente como un actor relevante en la política estadounidense y con quien Rusia mantiene un canal diplomático relativamente abierto.
Así, la postura del Kremlin refleja un intento por mantener un equilibrio delicado entre la lealtad estratégica hacia Irán y la intención de eludir una escalada directa con Estados Unidos, particularmente en un contexto de incertidumbre política global.