10.6 C
Ceuta
lunes, marzo 24, 2025
spot_img
InicioActualidad¡Que nadie se engañe! Del recuerdo del Holocausto al genocidio que hoy...

¡Que nadie se engañe! Del recuerdo del Holocausto al genocidio que hoy se perpetra

- Publicidad -spot_img

POR: Abdelkamil Mohamed Mohamed

Vivo en Ceuta, una ciudad que históricamente ha sido un puente entre culturas y, desde esta posición privilegiada, no puedo evitar contemplar con horror cómo la historia se repite a miles de kilómetros, en Palestina. Se habla de rescatar a rehenes israelíes, pero yo veo que la finalidad real es más siniestra: borrar a los palestinos de la faz de la Tierra, negándoles su presente, aniquilando su memoria y devastando todo rastro de su existencia.

Me es imposible aislarme de estas reflexiones, especialmente después de haber visitado el Museo del Holocausto en Washington D.C. Allí, en salas donde la temperatura era deliberadamente baja para recrear parte de la crudeza vivida por las víctimas, se exponían fotografías, documentos y los trágicos vestigios de aquella barbarie. También tuve oportunidad de viajar a Alemania y de leer mucho sobre esa etapa oscura de la humanidad. De cada testimonio y cada imagen desprendía la misma lección: cuando un régimen decide que un pueblo es “indeseable”, se abre la puerta a la aniquilación sistemática.

Ahora, no puedo evitar sobrecogerme al ver que los mismos patrones de odio y destrucción se repiten en Palestina, especialmente durante este último año. Hemos sido testigos, prácticamente en directo, de cómo las bombas y los tanques arrasan barrios enteros. Imágenes desgarradoras de niños, ancianos, mujeres y jóvenes devorados por la destrucción circulan ante nuestros ojos; hospitales, escuelas y edificios convertidos en escombros, sin que sus habitantes tengan ni un refugio seguro. Las bombas caen directamente sobre familias que apenas pueden cubrirse con improvisadas lonas para resguardarse de las inclemencias de la noche.

Y mientras tanto, los países occidentales siguen facilitando armamento y mirando hacia otro lado, adoptando una equidistancia que en realidad bendice al verdugo. ¿No se suponía que la Shoá —la palabra hebrea para referirse al Holocausto— nos había enseñado a levantar la voz ante la amenaza de cualquier nuevo genocidio? ¿No deberíamos haber arraigado en nuestra conciencia colectiva el firme propósito de gritar “Nunca más”?

Hace ochenta años, Europa padeció la peor pesadilla que uno pueda imaginar: el exterminio masivo de millones de personas por parte de un régimen criminal. Creímos que esa tragedia nos unía en un propósito común de no repetir los mismos errores. Sin embargo, hoy vemos a otro pueblo siendo conducido a la aniquilación, mientras los poderosos esquivan la responsabilidad de detener esta masacre y algunos se refugian en la frase fácil de “es un conflicto complejo”.

El trasfondo puede ser complejo, sí, pero la realidad es que una potencia militar controla cada aspecto de la vida en Palestina: fronteras, agua, electricidad, espacio aéreo. No se trata de una guerra entre iguales, sino de un asedio programado que, sin remedio, se parece cada vez más a la destrucción total de una población.

Desde Ceuta, donde convivimos con la diversidad y valoramos la riqueza cultural, no puedo ni quiero guardar silencio. Callar equivaldría a legitimar lo que está pasando. Desde mi experiencia personal, al haber visitado lugares emblemáticos del nazismo en Alemania, tras sumergirme en lecturas sobre esa época y, sobre todo, tras experimentar aquel frío ambiente en el Museo del Holocausto, entiendo que nuestra indiferencia o nuestra equidistancia alimenta la repetición del horror.

¡Que nadie se engañe! Cuando contemplo el dolor de un pueblo bombardeado, sin refugios ni esperanza, sin luz, sin agua, y con la tierra convertida en cenizas, veo la sombra alargada de lo que ya ocurrió antes y que juramos no permitiría volver a suceder.

Porque “Nunca más” no puede ser un eslogan vacío,
porque cada bomba que se lanza sobre inocentes se dispara también contra nuestra propia humanidad,
y porque, si la historia juzga nuestro silencio, más vale que nos encuentre denunciando que encogidos de hombros.

En Ceuta, en mi ciudad, sé que convivir es posible. Por eso, siento la obligación moral de alzar la voz contra este genocidio, de reclamar que la comunidad internacional intervenga para proteger al pueblo palestino y de exigir que no se vuelvan a repetir los errores del pasado. Entre los escombros, todavía late la esperanza de quienes sobreviven; es nuestra responsabilidad no abandonarlos a su suerte. No podemos permitir que la memoria del Holocausto caiga en saco roto mientras otro pueblo se consume bajo el fuego, a la vista de todos.

Abdelkamil Mohamed Mohamed

- Advertisment -spot_img
ARTÍCULOS RELACIONADOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -spot_img

LO ÚLTIMO