República Dominicana refuerza su política migratoria con medidas más severas contra los inmigrantes haitianos, imitando el estilo ‘trumpiano’ de su vecino del norte.
La política migratoria de la República Dominicana, encabezada por su presidente Luis Abinader, ha dado un giro drástico en los últimos meses, adoptando un enfoque mucho más estricto contra los inmigrantes haitianos, en lo que se percibe como una clara réplica del estilo ‘trumpiano’ que se ha visto en los Estados Unidos. Las autoridades dominicanas han intensificado las redadas y deportaciones de haitianos que no cuentan con documentos legales, lo que ha provocado un aumento en la tensión entre ambas naciones del Caribe.
La frontera entre la República Dominicana y Haití, que comparte una isla en el Caribe, ha sido durante años un punto caliente debido al flujo migratorio de haitianos que buscan mejores condiciones de vida en territorio dominicano. Sin embargo, la situación se ha complicado con el endurecimiento de la política migratoria dominicana, que busca erradicar la presencia de inmigrantes irregulares, una medida que se considera esencial para controlar la seguridad y el bienestar del país.
El presidente Abinader, que asumió el poder en 2020, ha argumentado que las políticas migratorias más estrictas son necesarias para garantizar la estabilidad económica y social de la República Dominicana, citando los altos niveles de desempleo y la presión sobre los servicios públicos que, según él, se deben a la presencia de inmigrantes sin papeles. Las nuevas medidas incluyen el desalojo de campos de trabajo y el aumento de las patrullas fronterizas, con el objetivo de frenar el paso de inmigrantes ilegales hacia territorio dominicano.
Este endurecimiento de la política se ha comparado con la postura de Donald Trump durante su mandato, cuando el expresidente de Estados Unidos implementó políticas drásticas contra la inmigración irregular, especialmente desde México y América Central. En un escenario similar, el gobierno dominicano ha cerrado filas en torno a su estrategia, a pesar de las críticas internacionales que señalan la violación de derechos humanos, especialmente en lo que respecta a la vulnerabilidad de los haitianos, quienes ya enfrentan una crisis política y económica sin precedentes en su propio país.
Organizaciones de derechos humanos han condenado las medidas, alertando sobre los riesgos de violencia y discriminación hacia los inmigrantes haitianos, muchos de los cuales han vivido en la República Dominicana por años y han contribuido significativamente a la economía local. Por otro lado, sectores dentro de la sociedad dominicana, apoyan las nuevas políticas, argumentando que la llegada masiva de inmigrantes ha generado una presión sobre los recursos del país.
Mientras tanto, la situación sigue siendo tensa en la frontera, donde las fuerzas de seguridad dominicanas realizan operativos de control más intensos, mientras que miles de haitianos temen ser deportados o vivir en la incertidumbre de la ilegalidad. La presión internacional sigue creciendo, instando a República Dominicana a reconsiderar sus medidas y a garantizar un trato justo a los migrantes, sin vulnerar sus derechos fundamentales.
