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Rusia intensifica la presión sobre la OTAN con el despliegue de misiles nucleares Oreshnik en Bielorrusia

Rusia ha anunciado el traslado de misiles balísticos Oreshnik con capacidad nuclear a Bielorrusia, una acción que reduce significativamente los tiempos de lanzamiento contra objetivos europeos y aumenta la tensión estratégica en Europa. Este movimiento ocurre en un momento crítico, marcado por la disminución del apoyo estadounidense a Ucrania y los esfuerzos del Kremlin para disuadir a Europa de continuar brindando ayuda militar a Kiev.

Según declaraciones de Vladimir Putin, los sistemas Oreshnik alcanzan velocidades de hasta diez veces la del sonido, lo que dificulta considerablemente su interceptación por los sistemas antimisiles occidentales actuales. Desde Bielorrusia —un aliado cercano de Rusia que limita con países de la OTAN como Polonia, Lituania y Letonia— estos misiles reducen el margen de respuesta política y militar de las capitales europeas.

Un video publicado por los ministerios de Defensa de Rusia y Bielorrusia exhibe el traslado de los lanzadores móviles a áreas boscosas, donde son ocultados con redes para mejorar su protección ante posibles ataques preventivos. Según el Ministerio de Defensa bielorruso, “la división de misiles Oreshnik ha empezado a cumplir misiones de combate en zonas asignadas del país”.

El mensaje estratégico de Moscú tiene dos objetivos principales: mostrar que puede atacar Europa en cuestión de minutos y aumentar la presión política sobre los aliados europeos de la OTAN para que moderen su respaldo militar a Ucrania. Este despliegue se produce en un contexto en el que Rusia percibe una oportunidad para influir en la seguridad europea, en especial tras indicios de distanciamiento de Estados Unidos durante la presidencia de Donald Trump.

Bielorrusia jugó un papel importante en la invasión rusa de Ucrania en 2022 y, aunque en su momento alojó armas nucleares soviéticas, recuperó relevancia en este ámbito a partir de 2023, cuando Putin anunció el despliegue de armamento nuclear táctico en su territorio. Hasta ahora, esta presencia se limitaba a sistemas como Iskander y aviones modificados, sin evidencias visuales concluyentes sobre ojivas. La llegada del Oreshnik representa un avance significativo.

Este misil balístico de alcance intermedio puede transportar varias cabezas nucleares o convencionales que se separan en la fase final del vuelo, permitiendo ataques simultáneos a distintos objetivos y complicando su interceptación. Analistas destacan que la incertidumbre sobre si la carga es nuclear o convencional aumenta su capacidad disuasoria y eleva el riesgo de errores de interpretación en situaciones de crisis.

En noviembre de 2024, Rusia probó el Oreshnik en la ciudad ucraniana de Dnipro, utilizando ojivas sin carga explosiva, lo cual fue interpretado más como un gesto político que un ataque militar directo. En 2025, Moscú asegura haber comenzado la producción en serie, mientras que Minsk reporta hasta diez sistemas desplegados, sin que se haya podido verificar de forma independiente.

El traslado del Oreshnik afecta especialmente a los países del flanco oriental de la OTAN, donde los tiempos de vuelo de los misiles se reducen al mínimo. También profundiza la dependencia de Bielorrusia respecto a Rusia, en un momento en que el régimen de Alexander Lukashenko intentaba mejorar sus relaciones con Washington mediante la liberación de presos políticos.

Este despliegue coincide con un nuevo episodio de tensión diplomática tras las acusaciones rusas de un presunto ataque ucraniano con drones contra una residencia de Putin, denuncia que Kiev calificó como una fabricación destinada a obstaculizar las negociaciones de paz. Expertos y organismos independientes no han encontrado evidencias que respalden la versión del Kremlin.

Al mismo tiempo, Rusia ha endurecido su doctrina nuclear, disminuyendo el umbral para el uso de estas armas y extendiendo explícitamente su paraguas nuclear a Bielorrusia. Con esta estrategia, Moscú refuerza su postura disuasoria frente a la OTAN y sitúa de nuevo a Europa en el centro de su presión militar y política.

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