La negativa a aprobar la proposición de ley que transferiría las competencias en materia de inmigración a Cataluña, una demanda formulada por Carles Puigdemont, ha puesto en evidencia la fragilidad del apoyo parlamentario que sostiene al presidente Pedro Sánchez. Esta crisis interna no solo pone en riesgo la estabilidad gubernamental, sino que también podría desencadenar un cambio en el debate político del país.
La inmigración, tema de gran relevancia y controversia en Europa, se ha convertido en un eje clave también dentro de España. Mientras que en diversas naciones los partidos tradicionales han perdido influencia frente a grupos populistas o nacionalistas, Sánchez intentó enmarcar la cuestión entre una izquierda solidaria y una derecha xenófoba. Sin embargo, esta táctica ha perdido fuerza tras el rechazo de la iniciativa legislativa presentada.
Según un estudio de Funcas, el 40% de los niños menores de cinco años en España tienen origen extranjero, lo que refleja la dimensión del fenómeno migratorio. En lugar de promover acuerdos, el Gobierno ha sido señalado por emplear la distribución de menores migrantes no acompañados como presión política a regiones gobernadas por el Partido Popular, lo que ha intensificado las tensiones y la confrontación.
Como resultado inmediato, Santiago Abascal ha ganado protagonismo, dado que el discurso oficial lo presenta como el principal opositor al presidente. Este contexto favorece a Abascal, siguiendo tendencias observadas en otros países europeos donde partidos de extrema derecha como el de Le Pen en Francia o Alternativa para Alemania han desplazado a formaciones tradicionales.
Alberto Núñez Feijóo, por su parte, mantiene una postura de firmeza ajustada al marco constitucional, aunque el Ejecutivo intenta mostrarlo como subordinado a Vox. Esta estrategia podría, en realidad, fortalecer a Abascal y consolidarlo como el líder destacado de la derecha española.
Una encuesta publicada por La Vanguardia en Cataluña indica un posible aumento significativo tanto para Vox como para Aliança per Catalunya, liderada por Sílvia Orriols, lo que apoya esta hipótesis. Si se confirma, el desgaste del proyecto político de Sánchez dejaría una escena política más polarizada y un auge destacado de la derecha identitaria.