El lunes se celebró el primer aniversario de la caída del régimen de Bashar Asad, derrocado hace un año después de una rápida ofensiva de grupos rebeldes. A lo largo de Siria, miles de personas participaron en marchas militares, oraciones conmemorativas y actos públicos para conmemorar el llamado “Día de la Liberación”, término utilizado por el presidente interino, Ahmed al Sharaa, quien lideró la ofensiva y desde entonces conduce la transición nacional.
Diversas organizaciones civiles surgidas tras el fin del régimen de Asad se sumaron a las celebraciones, exhibiendo la bandera revolucionaria de tres estrellas que fue adoptada oficialmente hace un año. Estos eventos mostraron imágenes de unidad en una nación que continúa trabajando por restablecer la estabilidad, seguridad y economía luego de 14 años de conflicto interno.
La ceremonia principal se llevó a cabo frente a la mezquita de los Omeyas en Damasco, donde Al Sharaa se comprometió a la recuperación del país. Declaró: “De norte a sur, de este a oeste, si Dios lo permite, construiremos una Siria sólida con una estructura acorde a su historia y presente”. Añadió que la etapa actual requiere la cooperación de todos los ciudadanos para fortalecer la estabilidad, proteger la soberanía y forjar un futuro que honre los sacrificios del pueblo sirio.
El presidente interino asistió vestido con uniforme militar, simbolizando su papel durante la ofensiva que derrocó a Asad. Asimismo, el ministro del Interior, Anas Khattab, calificó este período como “el comienzo de una nueva etapa enfocada en la responsabilidad nacional y la reconstrucción”, destacando el compromiso de la población para “escribir un nuevo capítulo con esperanza y decisión”.
El aniversario también contó con la participación de líderes internacionales que destacaron la importancia de la estabilidad y seguridad en Siria. António Costa, presidente del Consejo Europeo, reafirmó el respaldo de la Unión Europea a un proceso pacífico liderado por los propios sirios. Por su parte, António Guterres, secretario general de la ONU, llamó a construir “una nación donde todos los sirios puedan vivir con seguridad, igualdad y dignidad”.
Organizaciones defensoras de los derechos humanos aprovecharon la ocasión para demandar justicia. Amnistía Internacional subrayó que, a pesar de la caída de Asad, las víctimas continúan esperando que se respeten sus derechos a la verdad, justicia y reparación. La Red Siria de Derechos Humanos (SNHR) informó que durante la guerra murieron más de 200.000 civiles y aproximadamente 160.000 personas fueron desaparecidas de manera forzada bajo el régimen.
Mientras que ciudades como Damasco, Alepo e Idlib vivieron festejos multitudinarios, en el este y sur del país predominó un silencio tenso ante enfrentamientos entre fuerzas gubernamentales y grupos minoritarios. El noreste, bajo administración kurdosiria, prohibió las celebraciones públicas a pesar de un memorando de entendimiento firmado en marzo con Damasco, cuya aplicación aún está pendiente. Mazloum Abdi, comandante de las Fuerzas Democráticas Sirias, destacó que el momento actual demanda “responsabilidad nacional compartida y un diálogo inclusivo que priorice los intereses sirios por encima de cualquier otro factor”.



