Una investigación internacional revela el traslado encubierto de miles de cadáveres desde fosas comunes para eliminar evidencias de abusos cometidos durante la guerra civil.
El régimen anterior de Bashar Asad llevó a cabo una operación secreta para ocultar indicios de crímenes de guerra, movilizando miles de restos humanos desde fosas comunes hacia zonas más apartadas, de acuerdo con una investigación publicada por la agencia Reuters. Trece testigos directos describieron cómo, entre 2019 y 2021, se realizó esta acción bajo el nombre de «Operación Mover Tierra».
Este movimiento tenía como fin borrar cualquier evidencia de las violaciones cometidas por las fuerzas del régimen, mientras Damasco intentaba legitimar su posición a nivel internacional y mostrarse como vencedor del conflicto. Parte de una fosa común situada en Qutayfah, a unos 30 kilómetros de la capital, fue desenterrada, y los restos trasladados al desierto próximo a Dumair, un área más inaccesible en el noroeste del país.
Tras la caída de Asad en diciembre de 2024, a manos del presidente interino actual, Ahmed Sharaa —entonces conocido como Abu Mohamed Al Jolani—, comenzaron a descubrirse las dimensiones y el alcance de estas fosas. Se estima que los enterramientos en Qutayfah se iniciaron en 2012, cuando el régimen utilizó el lugar para ocultar los cuerpos de prisioneros fallecidos en prisiones y centros médicos militares.
En 2014, activistas sirios ya habían documentado la existencia de esta fosa, aunque el acceso a la zona fue imposible hasta la transición de poder. Según la Comisión Internacional de Personas Desaparecidas (ICMP), en Siria podrían existir hasta 66 fosas comunes, abiertas durante los mandatos de Bashar Asad y su padre, Hafez Asad.
El traslado de cadáveres se habría llevado a cabo durante un período de dos años. En Dumair, testigos señalan la existencia de 34 nuevas fosas distribuidas a lo largo de casi dos kilómetros. Expertos consideran que decenas de miles de personas podrían estar enterradas allí. No se sabe si otras fosas en distintas regiones también fueron manipuladas.
Este hallazgo plantea un desafío adicional para el gobierno de Sharaa, que busca esclarecer el destino de más de 160.000 personas desaparecidas durante el conflicto. Actualmente, Siria dispone únicamente de un laboratorio de ADN operativo, lo que dificulta enormemente las labores de identificación.
A la escasez de recursos se suma la falta de protección en los sitios ya localizados. Muchas fosas permanecen sin excavar y expuestas tanto al saqueo como al deterioro.
“Mientras madres esperen hallar las tumbas de sus hijos, esposas las de sus maridos e hijos las de sus padres, la herida en Siria permanecerá abierta”, afirmó Mohamed Reda Jehlki, director de la Comisión Nacional para las Personas Desaparecidas, en declaraciones a la emisora Al Watan.
Desde la caída del régimen, las autoridades han encontrado a 30.000 desaparecidos en prisiones del antiguo gobierno e identificado a más de 170 cuerpos en el último año. Sin embargo, los expertos advierten que la recuperación completa de la verdad sobre estos crímenes tomará aún muchos años.