En un tenso encuentro en la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reiteró su postura firme sobre la Franja de Gaza, insistiendo en que Washington tomará el control del territorio y lo transformará en un «diamante». Sus declaraciones, realizadas en presencia del rey Abdalá II de Jordania, han generado incomodidad y preocupación en la región.
«No es algo complejo de hacer. Y con Estados Unidos en control de ese pedazo de tierra, un pedazo de tierra bastante grande, vamos a tener estabilidad en Oriente Próximo por primera vez», afirmó Trump desde el Despacho Oval. Según el mandatario, expulsar a los aproximadamente dos millones de gazatíes no es un problema, ya que lo considera «un número pequeño de gente».
El monarca jordano, consciente de los riesgos políticos y económicos que implicaría contrariar a Trump, intentó mantenerse diplomático y evitar compromisos directos. «Esperemos hasta que los egipcios puedan venir y presentárselo al presidente y no nos adelantemos», se limitó a decir. No obstante, anunció que su país acogerá a 2.000 niños de Gaza con enfermedades graves, un gesto que Trump calificó como «hermoso».
El presidente estadounidense también arremetió contra Hamas, a quienes describió como «bullies y débiles», y reiteró que la organización debe continuar liberando rehenes israelíes tomados el 7 de octubre. Aunque evitó afirmar abiertamente que congelará la ayuda a Jordania y Egipto si rechazan su plan, insinuó que la cooperación económica sigue siendo un factor clave en sus negociaciones. «No tengo por qué amenazar con dinero, estamos por encima de eso», aseguró.
El rey Abdalá, consciente de la importancia del respaldo estadounidense, optó por elogiar a Trump públicamente. «Finalmente veo a alguien que puede llevarnos a cruzar la línea de meta y traer estabilidad, paz y prosperidad a la región», declaró, en un tono que recordó a los halagos que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dedicó al mandatario la semana pasada.
Sin embargo, detrás de las cámaras, la postura jordana es más crítica. Con la mitad de su población de origen palestino y una situación política frágil, Amán teme que una reubicación masiva de gazatíes desestabilice aún más el país. A pesar de la insistencia de Trump, ni Jordania ni Egipto han aceptado hasta el momento recibir a los desplazados.
El plan de Trump, calificado por expertos como «extravagante e ilegal», sigue generando rechazo en la comunidad internacional. Sin embargo, el presidente estadounidense se muestra convencido de su éxito: «Los palestinos, o la gente que ahora vive en Gaza, vivirán maravillosamente en otro lugar. Les vamos a dar casas estupendas, serán muy felices».
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