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Un robo audaz pone en evidencia fallos en la seguridad del Louvre

El mundo fue testigo de un robo en el Louvre, el museo con mayor afluencia de visitantes a nivel mundial, apenas pasada una hora de su apertura. Cuatro ladrones encapuchados, armados con motosierras, lograron evadir los sistemas de seguridad y obtener un botín de gran valor. Ingresaron por el lado sur, donde se estaban realizando obras, y escaparon utilizando motos y un camión.

Una vez dentro, accedieron a la primera planta mediante un montacargas y forzaron una ventana para entrar a la galería de Apolo, que alberga joyas y broches de la época napoleónica. En pocos minutos sustrajeron ocho piezas valiosas, aunque dejaron atrás la corona de la emperatriz Eugenia, dañada pero con un valor estimado en varios millones de euros.

Entre las joyas robadas se encuentran diademas de la reina María Amelia, collares con zafiros y broches, todos con notable importancia histórica. Este ataque organizado pone sobre la mesa las dudas sobre la capacidad del museo para proteger su patrimonio. Este episodio se suma a una serie de robos en instituciones culturales a nivel global.

Los delincuentes demostraron ingenio para evitar los controles de seguridad, sin embargo, no se explica cómo no robaron el diamante Régent, valuado en más de 60 millones de dólares, que permanece en exhibición pública. Surge la interrogante sobre cómo lograron llevarse tantas piezas sin una resistencia efectiva.

Las autoridades trabajan intensamente en la investigación. Aunque el atraco fue ejecutado con precisión, se detectaron errores como cortes en vitrinas y el intento fallido de incendiar la grúa utilizada. Uno de los ladrones, identificado por un chaleco reflectante amarillo, está siendo buscado, junto a los otros sospechosos.

A pesar de la complejidad del robo, las opciones para comercializar las joyas robadas son limitadas. Se sospecha que se trata de una red criminal, ya que las piezas son fácilmente reconocibles. Desmontarlas podría ser una opción para los ladrones, aunque esto reduce considerablemente su valor histórico y económico.

Este incidente ha puesto en evidencia las deficiencias en la seguridad del museo. El Louvre, famoso por su colección de obras como la Mona Lisa, recibió en el último año 8.7 millones de visitantes, lo que destaca la urgencia de fortalecer sus sistemas de protección. Tras el robo, la dirección del museo ha solicitado al Gobierno francés una revisión completa para corregir las vulnerabilidades detectadas.

El senador Ian Brossat advirtió que el personal de seguridad había sido reducido en 200 trabajadores en los últimos cinco años, lo que ha afectado la protección del museo. La ministra de Cultura, Rachida Dati, reconoció que la falta de atención a la seguridad en grandes museos ha sido un problema prolongado que requiere una solución inmediata.

Si bien el Louvre ha sufrido robos en el pasado, este último incidente ha provocado una preocupación renovada sobre la seguridad en instituciones culturales. En 1998 se sustrajo una obra de Camille Corot, y el robo más recordado es la desaparición de la Gioconda en 1911. Estos hechos subrayan la necesidad de mejorar continuamente las medidas de seguridad en museos a nivel mundial.

Por último, el Louvre cerró temporalmente sus puertas tras el robo, ofreciendo reembolsos a quienes tenían reservas. Se espera que reabra el 20 de octubre, implementando controles de seguridad más estrictos para evitar hechos similares. La comunidad cultural sigue de cerca este caso, a la espera de respuestas que garanticen la protección de este patrimonio histórico.

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