Alberto Garcia
Tras la reciente publicación sobre la posibilidad de estudiar la creación de una naviera municipal en Ceuta —una de las reivindicaciones históricas de nuestra ciudad—, muchos ciudadanos recibimos la noticia con interés, pero también con una lógica cautela. La idea, en principio, es positiva: disponer de un servicio marítimo 100% público que pueda competir en igualdad de condiciones y que, al fin, alivie el coste desproporcionado que pagamos los ceutíes por milla, el más alto de toda Europa.
Sin embargo, cualquiera que conozca la realidad de nuestra ciudad y la forma en que se gestionan muchos de nuestros servicios entiende las dudas que genera esta propuesta. En esta misma legislatura se ha municipalizado la empresa de limpieza, mientras que, en contraste, se ha privatizado el Hotel Puerta de África. Estas decisiones, tomadas en direcciones opuestas, alimentan la percepción de que las estrategias públicas no siempre responden a criterios de interés general, sino a dinámicas políticas poco claras.
El temor más extendido entre los ciudadanos es evidente: que cualquier nuevo organismo municipal termine, como tantas veces, en manos de “los mismos de siempre”. Queremos una empresa marítima municipal, sí, pero una que funcione con criterios profesionales, que sea eficaz, competitiva y realmente orientada al servicio de todos. Y para ello es imprescindible que la selección de su personal sea legal, transparente y absolutamente ajena al amiguismo político, sindical o empresarial.
Los ceutíes no rechazamos la idea de una naviera municipal. Lo que rechazamos es que pueda convertirse en un refugio de familiares, allegados y compromisos, tanto del gobierno como de la oposición o incluso de ciertos sectores sindicales. Si esta iniciativa se impulsa con rigor, transparencia y vocación de servicio público, contará con el apoyo de la ciudadanía. Si no, será una oportunidad perdida más.
Ceuta merece un transporte marítimo justo, eficiente y accesible. Y merece, sobre todo, instituciones que estén a la altura.




