El módulo ubicado en la playa de Miramar ha sido escenario de una situación que evidencia las dificultades que enfrentan algunos menores inmigrantes no acompañados en la ciudad. Un grupo de jóvenes que estaba alojado en un recurso del Área de Menores de Ceuta ha ocupado este pequeño espacio después de abandonar el centro en el que residían, debido a problemas persistentes de convivencia.
Los menores entraron en el módulo tras manipular una ventana que mostraba claros signos de haber sido forzada. Este local, propiedad del Ayuntamiento, se utiliza durante el verano para el servicio de salvamento y socorrismo que cubre la vigilancia de las playas ceutíes.
Según explicaron los propios jóvenes a El Faro, la decisión de marcharse no fue por un incidente puntual, sino por una serie de disputas y discusiones que, con el tiempo, hicieron el ambiente insostenible. Un portavoz del grupo, un joven de 17 años, indicó que el malestar constante afectaba gravemente su bienestar.
El portavoz no especificó si los conflictos ocurrían solo entre los menores o también con el personal del centro, pero destacó que la tensión era continua y les llevó a escapar. “No estábamos bien allí, había muchas peleas y decidimos huir”, afirmó con cierto desaliento.
Durante la mañana de este viernes, FAROTV constató que varios jóvenes duermen dentro del módulo. En la azotea del edificio se observaron aletas de neopreno y un recipiente con restos de comida, indicando que llevan varios días en el lugar y en condiciones precarias.
No está claro si la Ciudad Autónoma está al tanto de esta situación ni si el centro de origen ha puesto en marcha algún protocolo para gestionar la salida y garantizar la protección de los jóvenes. Por ahora, permanecen casi desamparados, sin acceso a recursos básicos y en un espacio inadecuado para habitar.
Esta situación refleja una vez más la compleja realidad de Ceuta en relación con los menores inmigrantes no acompañados, muchos de los cuales han llegado tras arriesgar sus vidas cruzando el mar a nado. Se repite año tras año un problema que, con el incremento de llegada de menores, deja escenas como la actual en Miramar.
