La vivienda representa el principal factor de desigualdad generacional en España. Mientras que para numerosos integrantes de la generación boomer la compra de una casa fue un proceso habitual en su vida adulta, los millennials denuncian que el acceso a una vivienda se ha convertido en un desafío casi infranqueable.
Según jóvenes en sus treinta años, “nos presentaban como el futuro, pero somos la generación que realiza grandes esfuerzos sin obtener resultados”, expresan, señalando una realidad donde la estabilidad no está garantizada. El aumento constante de los precios, la falta de crecimiento en los salarios y la precariedad laboral crean un escenario en el cual poseer una vivienda propia parece ser un lujo al alcance de pocos.
Desde la óptica de los padres, la situación es percibida de forma diferente. Consideran que no es productivo centrarse en las quejas, y recuerdan que ellos también afrontaron obstáculos en su época, aunque en un contexto económico y social más favorable.
Esta diferencia en el acceso a la vivienda simboliza la desigualdad entre generaciones: una separación marcada por propiedades y escrituras que determina las oportunidades de independencia y desarrollo futuro de millones de españoles.