En un periodo de dos meses, Vox ha incorporado aproximadamente 300.000 votantes que se identifican como católicos, consolidando su apoyo en este segmento. De ellos, 268.000 se consideran practicantes y 35.000 se definen como creyentes que no realizan prácticas religiosas.
Este aumento coincide con una línea política que endurece el enfoque sobre la inmigración por parte de Santiago Abascal, junto con una confrontación directa con la Iglesia católica. Esta postura no parece reducir su respaldo, sino que obtiene el respaldo de una parte significativa de sus seguidores.
Representantes del partido aseguran que esta combinación de mensajes está logrando resonar en un electorado que ve a Vox como el único partido dispuesto a abordar temas delicados tanto en el ámbito religioso como en el de la política migratoria.
